Las declaraciones de Bernardo Bertolucci de 2013 en la Cinemateca francesa sobre cómo transcurrió la grabación de su película ‘El último tango en París’ no son sino el reconocimiento de un delito en toda regla.
Tras la presentación al mundo de aquella película que se convertiría en un mito de la filmografía mundial, la protagonista, María Schneider, aseguró en varias ocasiones que se había sentido engañada, humillada y a little raped (un poco violada).
María Schneider tenía 19 años cuando grabó aquella película y lo hizo con un maduro y consagrado Marlon Brando y bajo las órdenes de un prometedor director que ya había sido nominado para los «Oscar» como guionista. Al parecer, Marlon Brando y Bernardo Bertolucci planearon grabar la escena de una violación sin el conocimiento de la protagonista; esto es, violándola de verdad. Eso dijo María Schneider y eso corroboró Bertolucci años después.
Nadie atendió la denuncia de Schneider; sin embargo, tanto el director como el actor obtuvieron uno de los mayores reconocimientos que puede conseguir un profesional del cine: fueron nominados a los «Oscar» en 1973.
Sí, 40 años más tarde, Bertolucci reconoció: «Creo que me porté horriblemente con Maria, porque no le conté lo que iba a pasar. Quería que su reacción fuera la de una chica, no la de una actriz. Quería que se sintiera la humillación, que gritara ¡no, no! (…) Aún me siento muy culpable por todo esto. (…) No me arrepiento pero me siento culpable. Hacer películas es también eso, conseguir cosas. Tenemos que ser completamente fríos. No quería que Maria interpretara rabia y humillación, quería que Maria sintiera rabia y humillación«.
Poco se puede añadir: nos encontramos ante uno de los mayores reconocimientos que ha podido alcanzar una snuff movie (las películas snuff son grabaciones de asesinatos, violaciones, torturas, suicidios, necrofilia… crímenes reales) en toda la historia del cine.
Muertos los dos protagonistas, poca justicia se aplicar a su vida, pero Bertolucci vive y por muy buen cine que haya sido capaz de hacer, sería justo que, en vida, se le identificara y recordara como el director que dio el gran salto a la popularidad y reconocimiento universal grabando la violación de una joven de 19 años; violación de la que ni cuarenta años más tarde ha sido capaz de arrepentirse.